La piñata después de expandirse por toda Europa, llegó a México a través de los españoles en el siglo XVII y fueron empleadas como un medio para mezclar las tradiciones indígenas con las católicas

Los farolitos no son lo único chino de las posadas. Porque resulta que la piñata en realidad viene de China. Los habitantes de aquel lejano país asiático tenían desde hace siglos, una especie de piñata en forma de un buey o una vaca que hacían con papeles de colores y rellenaban de semillas. Los mandarines las rompían a palazos durante el Año Nuevo chino, que coincide más o menos con el principio de la primavera. Cuando la piñata se rompía, le prendían fuego y la gente se peleaba por las cenizas, porque las consideraban de buenísima suerte.

Parece ser que el gran viajero Marco Polo fue quien llevó las piñatas a Italia, en un viaje a China en su libro Il millione narró que en una de sus travesías observó a la gente romper la figura de un buey relleno de semillas para celebrar el año chino. 

Finalmente en Italia se bautizaron como pignatas (en italiano la “gn” suena como “ñ”). De ahí pasaron a Europa y después viajaron a América en los barcos de los conquistadores.

Después de expandirse por toda Europa, llegaron a México a través de los españoles en el siglo XVII y fueron empleadas por los evangelizadores como un medio para mezclar las tradiciones indígenas con las católicas, pues los mayas ya acostumbraban, a manera de juego, romper recipientes de barro rellenos de cacao.