Rosalía, el fenómeno más exótico de los Grammy Latinos

Todos preguntan por ella. Por qué nadie la vio venir. De dónde ha salido. Hace un año caminaba por la alfombra roja de la ceremonia de homenaje a Alejandro Sanz en los Grammy Latinos como una joven artista que, si no fuera por una actuación que dejó sin aire a la mayoría de los asistentes, habría salido de Las Vegas sin mayor repercusión. Pero ahí, sobre un escenario enorme y frente a los gigantes de la industria de la música latina, los quejíos y los silencios de Rosalía fueron toda una advertencia. Una señal premonitoria de que el año siguiente estarían todos buscándola a ella y no al revés. De que a sus 25 años y solo con una canción, Malamente, un vídeo que ha obtenido más de 32 millones de reproducciones en Youtube, y con un proyecto completamente distinto para la tradición de este certamen, Rosalía es, gane o no, el fenómeno más exótico y revolucionario de los premios.

Es de las pocas artistas que, solo con una canción —pues su otro single, Pienso en tu mirá, y su disco, El mal querer, se publicaron fuera de la convocatoria— y tan solo en un año, ha pasado de ser una artista novel, a una figura consolidada en la industria, que compite este jueves con los intérpretes más influyentes de la música latina. Solo ha necesitado un tema para colocarse en las cinco categorías principales de los Grammy: grabación del año, canción del año, mejor fusión urbana, mejor canción alternativa y mejor vídeo musical. También, en pocos días, ha colocado su disco en el primer puesto del ránking de Itunes Latinoamérica y entre los 10 principales discos de la lista latina de Billboard.

J Balvin, ídolo latino del género urbano, la abraza con cariño en la puerta trasera de un exclusivo restaurante de Las Vegas. “Yo vi lo que venía antes de que muchas personas lo vieran, hablé con mi equipo y entendimos que esta mujer tenía que estar en mi álbum porque sabíamos que era algo especial y me alegro porque no fallamos en esa visión”, ha manifestado el reguetonero colombiano sobre la joven catalana en Las Vegas. Rosalía colaboró con él en la canción Brillo. Y los dos se han convertido en los reyes de esta edición, los más nominados y más esperados de la noche.

Rosalía ha aterrizado en América sintiéndose una “embajadora” del flamenco. Un género tradicionalmente asociado a una categoría minoritaria que ahora lo inunda todo, que podría ganarlo todo. “Me siento orgullosa de traer un poco de esta música que tanto me gusta, que tanto amo, que me cambió la vida cuando la descubrí. Siento que estoy enamorada del flamenco y me gustaría compartirlo con todo el mundo, para que todos puedan enamorarse de ella”, señala la artista en una entrevista con este diario. Acostumbrada a que ese tipo de declaraciones causen polémica entre los ortodoxos de este arte, matiza: “Nunca me atrevería a decir que Malamente es flamenco porque, diría que tiene inspiración flamenca, y que si eso sirve como puerta para que mucha otra gente descubra este género, para que mucha otra gente descubra a Juana la del Pipa o el Capullo de Jerez, pues yo la más feliz del mundo”.

Rosalía abre y cierra sus manos como si cantara cuando habla. Sus uñas barrocas han extendido la longitud de sus dedos más centímetros de lo habitual. Explica que esta parte de su cuerpo es la más importante cuando se expresa y los diamantes y el acrílico que la decoran tienen además otro objetivo: “Me hacen sentir más poderosa, más femenina”. Y las ha convertido en su marca.

La catalana supone una revolución, no solo por sus letras ni por su música, sino por el hecho de existir. Para la cita se ha vestido con un mono (overol) que tiene estampadas mujeres desnudas, en todas las posiciones. Algunos reporteros de los medios estadounidenses y latinoamericanos se empiezan a poner nerviosos. Aquello no puede salir en el plano y no saben cómo decírselo. Finalmente, le piden por favor que se cubra, aunque reconocen que habría que fijarse demasiado para observar los detalles. Ella obedece y se coloca encima de su traje una chaqueta rosa de pana. “Claro, me la pongo. No hay problema”, apunta. Se ha cubierto, pero ha asentado un precedente sobre lo que ella es en este lado del Atlántico. Por si no había quedado claro, el reclamo feminista de Rosalía no estaba exclusivamente en sus canciones.

Casi no ha dado entrevistas estos días y en todos los corrillos de periodistas y publicistas la empiezan a comparar con una diva del pop. Es la gran sorpresa de una ceremonia que no suele sorprender, una rareza musical que no todos comprenden pero que ha despertado el interés y la curiosidad de quienes escuchan su nombre. Envuelta en un halo de misterio, Rosalía ha preferido reservar sus fuerzas para dar un golpe sobre la mesa esta noche: “Poder tener mi lugar ahí, con mi banda, con todo ese poderío de la propuesta que venimos trabajando, que hemos cuidado tanto, con tanto detalle, pues estoy muy emocionada. Tengo todas las ganas de salir a cantar”, apuntó sobre una actuación que, según adelantó, “va a tener mucho que ver con la fuerza”.

Si en España se hacen bromas con la cantidad de información que hay sobre la nueva artista estos días, si algunos se reconocen cansados de encontrarse con la catalana hasta en el último telediario, en Latinoamérica todo acaba de empezar. La línea de ropa que acaba de sacar con Pull and Bear anuncia camisetas con la leyenda “Tra tra” (en alusión a su famosa canción) y muchos en América todavía se preguntan qué quiere decir.

La revolución de Rosalía no iba a quedarse solo en la península. Su reino ha cruzado el océano y ha aterrizado de nuevo en el lugar correcto, exacto, que la puede catapultar a un mercado de millones de personas. ¿Flamenco-fusión? Pocos lo entienden. Pero ya muchos colombianos, mexicanos, estadounidenses, han empezado a tocar las palmas. Tra, tra.