La violencia es por imitación, igual que la risa

Por Román Martínez

El psicólogo  y ensayista español, el doctor Inaki Piñuel y Zavala , quien vino a Cancún a impartir pláticas, destacó que la violencia llama a más violencia por imitación,  motivo por el que hay que concientizar a la población, porque la violencia es patrimonio del estado para someter a los demás.

El entrevistado destacó que si  la violencia no se ataja en sus primeras manifestaciones se convierte en algo cíclico, es como la risa, funciona por imitación y la explicación  es que mientras no se paren esos crímenes con un mensaje contundente de la sociedad y el gobierno, se termina por  trivializar y poblaciones que no creían tal cosa, pueden pensar que  no  es  patrimonio del estado; “si no se atajan y quedan impunes ese sentimiento va a crecer y va a hacer que otros se animen para usarla para  cualquier problema como un modo legítimo”.

 El conferencista destacó que los que escuchen sus pláticas van a aprender el  método con el cual se puede hacer prevención, por un lado, por otro se está intentando crear un centro de capacitación con psicólogos que atiendan cada vez a  al número mayor de víctimas El sábado en el Caribbean College harán un trabajo de recuperación emocional, para personas que ya han sido destruidas y atrás de ellas tienen a psicópatas

Precisó que son cada vez más niños los que crecen, no en el abandono económico, porque si reciben atenciones y cuidado de sus necesidades básicas, pero a cambio son abandonados  por los padres en cuanto a dedicarle tiempo a la educación; “estos niños de la llave sienten no existir para nadie y a veces obtienen reconocimiento e importancia que no tienen en su casa, en sus familias, a base de hostigar a otro”, recalcó.

 Indicó que  esa relación se ha  identificado hace años, uno de los orígenes de la violencia está  en estos niños, muy atendidos y sobre protegidos económicamente en su subsistencia, a cambio de estar abandonados  y sin prestarles atención ni cuidados, son vulnerables a la violencia por el  poco reconocimiento que tienen en sus casas.