CSKA goleó a Real Madrid, que igual ganó su grupo

CSKA de Moscú acabó con un tibio Real Madrid. En el futbol. No fue en la duela donde la rivalidad es pareja y de vez en cuando, más frecuente que no, llega a ser un motivo de disgusto para los merengues. Fue en el césped del Santiago Bernabéu, donde el conjunto ruso castigó la dejadez de los merengues con una goleada por 0-3.

El Madrid creía que nada se perdía en la derrota. Solo el honor.

Eso que a los rusos les sobró. Honor, autorrespeto y esperanza. Estaba escrito que se marchaban de Champions League, pero aún les quedaba la esperanza de quedar en tercer lugar y disputar la Europa League.

Suerte para Santiago Solari y sus hombres fue que tocó la ‘matiné’ de Champions League, y no fue un estadio repleto el que pitó a Isco al primer error, pues hasta la afición de precio reducido en partido de trámite se ha cansado de tanto fallo. Y le ha tocado al malagueño; el que ha copado las portadas en las últimas semanas debido a su nueva condición de suplente.

No fue, ni de lejos, el culpable del naufragio. Isco luchó. Corrió. Puso empeño en dar la vuelta a la situación. Pero Isco, siendo quien es, fue víctima de sus mañas. Quiere hacer ‘magia’ donde no debe, y falla de frente a la portería de manera inexplicable.

Tuvo a bien fallar una oportunidad clarísima cuando su equipo ya perdía 0-2. Su equipo en toda la extensión, puesto que el entrenador envió al escuadrón auxiliar con el que se juegan los partidos irrelevantes. Ese en que Isco y Asensio tienen la titularidad asegurada. Ese que con suficiente motivación responde para pelear oportunidades, pero que tiene un límite. Y lo ha alcanzado esta noche.

El partido bien pudo acabar al 37 con un gol que se vio venir desde que Sigurdsson recibió un pase en la media ante la mirada impasiva de Llorente para emprender la carrera hacia el área. Tenía a tres defensas cercándolo en el área, tan atentos a sus movimientos que a nadie se le ocurrió reparar en FEdor Chalov, que venía de atrás para recibir el balón y disparar a placer. Que no lo vieran los jóvenes Javi Sánchez o Jesús Vallejo, que apenas ha jugador, podría explicarse en pecado de juventud. Que no lo hiciera Marcelo, un después de que Solari le lanzara una advertencia pública, ni explicación, ni justificación.

No habían pasado cinco minutos cuando Schennikov duplicó la ventaja para el cuadro moscovita con un contrarremate al que Coutois no podía llegar después de que el belga despejara hacia delante un disparo de Mario Fernandes.

La noche se le vino encima al Madrid en ese momento. Al escarnio público al otrora ovacionado de cajón, se sumó el miedo cuando Bale, que había entrado tras el medio tiempo, recibió un duro golpe en el tobillo. El galés se espantó al grado de no querer apoyar el pie y el terror recorrió las gradas, pues dado su historial, ya lo veían fuera hasta el próximo año. No pasó a mayores. Cojeando un poco, pero se quedó en la cancha. Se dudará de su durabilidad, pero del ‘commitment’ jamás.

En eso estaba el Madrid, con un ojo en el eslabón más débil y otro en la puerta contraria, cuando Arnor Sigurdsson acabó de hundirlo con el 0-3 desde fuera del área y después de que el ataque ruso en pleno dejara mareada a la zaga. Y a Marcelo más que ninguno. Tan mal lo habrá visto solari, en forma y juego, que no lo dejó terminar. Apenas cayó el tercero lo sentó para mandar a Carvajal a la cancha.

Para entonces en el Bernabéu ya no quedaba más que algún despistado, la ‘grada jóven’ del fondo sur que no tiene permitido marcharse y los más de 1,500 rusos disfrutando una victoria. La segunda en menos de seis meses sobre el Real Madrid, ni más ni menos.